domingo, 8 de septiembre de 2013

Raúl Sohr: Mapuche y el Terrorismo

En Chile hay un conflicto real. Es un conflicto entre dos pueblos. El chileno que detenta el poder y el mapuche que reivindica una identidad y tierras. Acusar a las tácticas de lucha violenta de terroristas es errar el blanco.
En buena hora Ben Emmerson, relator especial de Naciones Unidas de derechos humanos, cuestionó la represión contra el pueblo mapuche. El funcionario internacional reiteró algo que es evidente: “Chile no está enfrentando ninguna amenaza terrorista” y, en consecuencia, instó al gobierno y al poder judicial a dejar de aplicar la Ley Antiterrorista y, en cambio, pidió que se utilizara la inmensa batería de leyes comunes disponibles.
En Chile hay un conflicto real. Es un conflicto entre dos pueblos. El chileno que detenta el poder y el mapuche que reivindica una identidad y tierras. Acusar a las tácticas de lucha violenta de terroristas es errar el blanco. Es, ante todo, una confrontación política y social. Y ese es el campo donde deben buscarse las soluciones.
El concepto de terrorismo es ambiguo. Si se trata de causar terror en la población los delincuentes hacen un buen trabajo. Y si se mira el fenómeno terrorista desde una perspectiva política lo que para algunos es un terrorista para otro puede ser un luchador por la libertad. 
El máximo ejemplo de nuestros tiempos es Nelson Mandela que pasó 28 años encarcelado bajo cargos de terrorismo. En 1993, sin embargo, le fue otorgado el Premio Nobel de la Paz.
El relator acusa a sucesivos gobiernos de aplicar la ley de modo discriminatorio y confuso, “lo que ha resultado en verdadera injusticia, ha menoscabado el derecho a un juicio justo y se ha percibido como estigmatizante”. Emmerson apunta un aspecto crucial cuando señala “la legislación se ha convertido en parte del problema y no parte de la solución. Se ha aplicado de forma desproporcionada contra los defendidos mapuches y se ha implementado sin una política coherente y objetiva”. En los hechos el remedio está resultando peor que la enfermedad.
Incluso en el ámbito internacional la lucha contra el terrorismo, que Estados Unidos erróneamente elevó a la categoría de guerra, provoca hoy más daño que bien. 
Bajo la bandera de la “guerra” antiterrorista fueron invadidos Irak y Afganistán con resultados lamentables en ambos casos. Washington recurrió a secuestros, torturas y cárceles clandestinas. Esto no es predicar con el ejemplo. 
Las revelaciones del soldado Bradley Manning dejaron en evidencia gruesos crímenes cometidos por tropas estadounidenses. Ahora Edward Snowden revela la violación masiva de la privacidad ciudadana en Estados Unidos y otros países. A todas luces no hay ninguna proporcionalidad entre los métodos utilizados y la magnitud de la amenaza.
El terrorismo, por su condición de invisibilidad, brinda una excelente cortina de humo para sinfín de abusos por parte de los gobiernos que utilizan los servicios de inteligencia. Ningún funcionario público debe escapar al efectivo escrutinio ciudadano.
En Chile hay un conflicto real. Es un conflicto entre dos pueblos. El chileno que detenta el poder y el mapuche que reivindica una identidad y tierras. Acusar a las tácticas de lucha violenta de terroristas es errar el blanco.
Es, ante todo, una confrontación política y social. Y ese es el campo donde deben buscarse las soluciones. Como lo señala Emmerson martirizar a los activistas mapuche solo hará empeorar las cosas. Por otra parte los delitos comunes, como el incendio de predios y maquinarias, merecen el castigo dispuesto por la legislación ordinaria. 
La tentación de la mano dura, que fue notoria también en gobiernos anteriores, ha dificultado aún más el diálogo. Debería ser claro para la elite política que el pueblo mapuche no será sometido. En consecuencia lo realista, democrático y deseable es invertir menos en represión y más en la búsqueda de acuerdos.



Fuente:
http://www.azkintuwe.org/20130508_001.htm
http://bibliouneb.blogspot.com/

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