Suponiendo cierta la visita de los “Reyes Magos”, estos debieron ser en realidad sacerdotes de Babilonia (actual Irak), ya que al ser sabios, astrólogos y diplomáticos se les podría denominar “magos”.
La astronomía en Sumeria fue la primera de la que hay constancia y sus descendientes estudiaban el firmamento desde los observatorios de la época (Zigurats). A ellos les debemos el zodíaco y la astrología occidental.
Los Reyes y Nobles reclamaban a menudo sus servicios para conocer su futuro. Además los supuestos “Magos” sabían que los judíos esperaban el nacimiento de un Mesías, ya que habían estado exiliados en Babilonia durante un tiempo.
El Cometa Halley pasó en el año 11 A de C y otro cometa muy brillante fue registrado en el año 5 A de C y se observo durante setenta días. De hecho, en astrología, los cometas no son considerados señales de buen augurio, más bien al contrario, eran portadores de malas noticias. Así que bien pudo ser una mala noticia para Herodes, anunciada alegremente para los cristianos.
Según el historiador Flavio Josefo la muerte de Herodes, fue precedida por un eclipse lunar, y esto permitió el regreso de Jesús y su familia a Belén. El eclipse se produjo en el año 4 Ade C, así que el año 6 A de C es una fecha posible para el nacimiento de Jesús.
La conjunción planetaria: En la hipótesis de una conjunción planetaria, dos o más planetas se unen en forma aparente en el cielo lo que multiplica sus brillos. No ocurren a menudo, sino muy de vez en cuando y presagiaba buenas noticias.
Hubo una conjunción importante en el año siete AC. Júpiter y Saturno se unieron tres veces en un período de varios meses. El veintisiete de Mayo se produjo el primer alineamiento, justo en la constelación de Piscis que para los astrólogos representaba a los judíos. Esta bien pudo ser la señal que anunciaba la llegada del Mesías y la que motivaría que se embarcaran hacia Belén.
El segundo alineamiento se produjo el seis de Octubre. Para esa fecha, los Magos debieron estar ya a mitad camino, lo que debió confirmar el suceso. El quince de Diciembre se produjo la tercera alineación y para esa fecha, los astrólogos babilonios estarían llegando a Belén.
Para ser totalmente rigurosos, algunos escritos Babilonios indican que la conjunción no fue lo suficientemente llamativa para impresionar a los astrólogos, así que cabe otra explicación:
- El astrónomo Michael R. Molnar ha identificado a una doble ocultación de Júpiter tras la luna en el 6 a. C. en Aries como la estrella de Belén.
- Las investigaciones de Michel Molnar se basan en la forma como se commemoraba el nacimiento de los reyes en la antigua Roma.
- Unas monedas romanas celebran este evento con la aparición de Júpiter (una estrella para los sabios de la época) sobre la constelación del nuevo rey.
Con estas coordinadas astronómicas, Jesús habría nacido entre los años seis y siete AC. Así que, si tuviéramos que dar una explicación a la Estrella de Belén, desde el punto de vista astronómico, habría que elegir entre la conjunción de los planetas Júpiter y Saturno en el año siete AC o la ocultación de Jupiter por la Luna.
La Celebración de la Navidad
Si Jesús nació en primavera, ¿por qué celebramos la Navidad el 25 de diciembre?
Era la fecha en la que se hacía una celebración pagana en conmemoración del solsticio del invierno. Ya sabemos que después del solsticio de invierno los días más oscuros han pasado, se empiezan a notar los días más largos, la temperatura dejará de ser tan fría en pocas semanas y el campo comenzará a prepararse para dar sus frutos.
Este renacimiento del Sol siempre fue celebrado por distintas culturas desde tiempos inmemoriales y estaba asociado al nacimiento de dioses como Horus (Egipto), Dionisio (Grecia), Baco (Roma), Mitra (India) o Buda (Oriente).
Hacia los años 352-366 parece que se comenzó a imponerse la celebración de la Natividad la noche del día veinticuatro al veinticinco de diciembre. Anteriormente algunas culturas la celebraban entre el seis (armenios) y el ocho de enero (egipcios y griegos fundamentalmente). La Iglesia en lugar de reprimir las fiestas paganas decidió absorberlas y reconvertirlas. En la mitad del siglo IV los monjes griegos San Juan Crisóstomo y San Gregorio Nacianceno fueron los influyentes personajes que hicieron posible que la Navidad la celebremos hoy el día veinticinco.
Luego vinieron los belenes y los villancicos, (originarios de la Edad Media); el árbol de Navidad (de procedencia germana y del siglo XVIII); y las tarjetas navideñas (último tercio del siglo XIX). Invariable a los tiempos, todo acompañado de exquisitas comidas, regado por dulces licores y con un punto y final basado en el intercambio de regalos...
Los Reyes Magos de Oriente
Pero los regalos tampoco es una costumbre cristiana: Era una costumbre pagana que fue absorbida por la Iglesia. Pese a que hoy día todos lo celebramos, tampoco tiene sentido atribuir esta costumbre al hecho bíblico de la entrega de regalos que hicieron los Reyes Magos al niño Jesús.
¿Quienes fueron?
Solamente se habla de magos:
El término mago procede del griego, magoi. Un magoi significa matemático, astrónomo y astrólogo. Por entonces la Astrología y la Astronomía no estaban separadas, como hoy felizmente lo están, de manera que los designios humanos podían saberse si se estudiaban cuidadosamente las estrellas. Si tomamos en cuenta esta traducción y las citas de Mateo podemos considerar a los Reyes Magos como hábiles observadores del cielo.
El título de monarcas no tiene base sostenible y procede de una cita del teólogo y abogado cartaginés Tertuliano (ca.160-220) basándose en el siguiente texto del Salmo Proverbio para Salomón: "Los reyes de Tarsis y de las costas traerán presentes; los reyes de Sabá y de Seba ofrecerán dones." (Salmo 72, 10).
En distintas representaciones iconográficas realizadas en templos durante los siglos III y IV aparecen dos, tres y hasta cuatro magos. Otras fuentes cristianas (sirias y armenias) pensaron en doce Reyes al relacionarlos con las doce tribus de Israel o con los doce apóstoles. Los cristianos egipcios creían que eran sesenta.
En el siglo tercero, el teólogo Orígenes (185-253) indicó que los Reyes Magos eran tres. Al fin y al cabo son tres los regalos que se nombran en el Evangelio de San Mateo: oro, incienso y mirra. En el sirio y apócrifo Evangelio de la Infancia se dice que eran tres hijos de Reyes y además adoradores del fuego y de las estrellas lo cual al menos nos deja con cierta confianza al entender que algo sabrían de Astronomía.
¿De dónde procedían?
Por ejemplo los sacerdotes persas del siglo V y VI a.C. también le ofrecían a su dios (Ahura-Mazda) oro, incienso y mirra. Un escritor español Clemente Aurelio Prudencio los situó en Persia; al igual que se cita en el Protoevangelio de Santiago (Evangelio Apócrifo). Tampoco ha de considerarse Persia una idea alocada pues también está al este de Israel, a unos 1800 kilómetros, el doble de la distancia que separa Jerusalén de Babilonia.
Algunas pinturas afianzan también esta posición. Una de las más famosas es la existente en un mosaico situado en la iglesia de San Apolinar el Nuevo, en Rávena (Italia) que aquí reproducimos. En ella pueden encontrarse a los tres reyes (obsérvese que no hay ningún rey negro) con una indumentaria persa compuesta por capa y gorros frigios característicos por su punta inclinada hacia delante.
Mosaico de la Iglesia de San Apolinar el Nuevo en Rávena, Italia (s. VI)
Marco Polo, por su parte, también escribió cuando visitó la ciudad iraní de Saveh, que sus habitantes le aseguraron que era el lugar originario de los Reyes Magos e incluso que aún se hallaban allí sus cuerpos incorruptos.
Los babilonios fueron casi los primeros en realizar observaciones astronómicas precisas destacando entre sus logros, la división del día en 24 horas (hacia el tercer milenio a.C.); el cálculo de la duración media entre dos fases lunares (siglo III a.C.); periodicidad de los eclipses solares: El Ciclo de Saros (s. III a.C.); etc. Además dieron nombres a muchas constelaciones, algunos de los cuales (los que corresponden a las constelaciones zodiacales) seguimos usando hoy día con las lógicas modificaciones lingüísticas.
Si los Reyes Magos hubieran sido persas, una estrella más o menos no sería motivo para alarmarles, pero siendo babilonios (o procedentes de Babilonia) no sólo se alarmarían si vieran un acontecimiento astronómico importante sino que también contaríamos con la baza de que sabrían discernir entre algo común y cotidiano y algo verdaderamente destacable.
¿Qué vieron?
Lo que vieron los Reyes Magos es lo contenido en el Evangelio de San Mateo 2, 1-9, en ningún otros se hace referencia a la Estrella de Belén. En concreto: "(...) ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente y venimos a adorarle. (...)[...] Entonces Herodes, llamando en secreto a los magos, indagó de ellos diligentemente el tiempo de la aparición de la estrella; y enviándolos a Belén (...) Ellos [los reyes] habiendo oído al rey, [Herodes] se fueron; y he aquí la estrella que habían visto en el oriente iban delante de ellos, hasta que llegando, se detuvo sobre donde estaba el niño" .
La única cita en los evangelios contenidos en la Biblia es ésta. Pero en el Protoevangelio de Santiago se indica algo curioso. Herodes pregunta a los Reyes Magos sobre la estrella, los monarcas contestan: "Una estrella indescriptiblemente grande apareció de entre estas estrellas y las deslumbró de tal manera que ya no lucían y así supimos que un Rey había nacido en Israel."
Una referencia de uno de los discípulos de los apóstoles: San Ignacio de Antioquía. En una de sus epístolas San Ignacio hizo en el siglo I una referencia a la estrella de Belén en los siguientes términos: "...un astro brillaba en el cielo más que todos los restantes, su situación era inexplicable, y su novedad causaba asombro. Los demás astros, junto con el Sol y la Luna, formaban un coro en torno a este nuevo astro, que los superaba a todos por su resplandor. La gente se preguntaba de dónde vendría este nuevo objeto, diferente de todos los demás."
El teólogo Orígenes comentó en el siglo III:
"...yo creo que la estrella que apareció en Oriente era de una especie nueva y que no tenía nada en común con las estrellas que vemos en el firmamento o en las órbitas inferiores, sino que, más bien, estaba próxima a la naturaleza de los cometas... He aquí pruebas de mi opinión: se ha podido observar que en los grandes acontecimientos y en los grandes cambios que han ocurrido sobre la Tierra han aparecido astros de este tipo que presagiaban: revoluciones en el Imperio, guerras u otros accidentes capaces de trastornar el mundo...
Así pues, si es cierto que se vieron aparecer cometas o algún otro astro de esta misma naturaleza con ocasión del establecimiento de alguna nueva monarquía, o en el transcurso de algún cambio importante en los asuntos humanos, no debemos extrañarnos de que haya aparecido una nueva estrella con ocasión del nacimiento de una persona que iba a originar un cambio tan radical entre los hombres."
Fuente:
http://www.seti.cl/la-estrella-de-belen/
http://www.arrakis.es/~nautylus/belen.htm
http://www.abc.es/ciencia/20131217/abci-realidad-estrella-belen-201312171121.html
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