A fines de noviembre se realizó una reunión general extraordinaria de accionistas de Nokia, tras la cual se confirmó la venta de la división celulares a Microsoft por 5.440 millones de euros. La transacción debiera concretarse durante el primer trimestre del año 2014.
Empresa Nokia en Salo, Finlandia
No pretendo darme vueltas con la información que cualquiera de nosotros puede googlear con respecto al precio -menos de lo que Microsoft pagó por Skype- o las inevitables sospechas que aún levanta la jugada de quien hasta hace poco dirigió la compañía finlandesa, el ex CEO Stephen Elop, que llegó desde Microsoft en 2010.
Elop dio de baja los sistemas operativos utilizados hasta entonces, introdujo Windows Mobile, concretó la venta de Nokia a su antiguo empleador y ahora volvió a Microsoft para ubicarse como el mejor candidato para suceder al CEO Steve Ballmer -previo pago de una obscena indemnización que dejó helados a los finlandeses más que cualquier típico invierno escandinavo. Flor de win-win.
Lo que me ha llamado la atención es cómo el declive y posterior venta de Nokia ha afectado a la sociedad finlandesa más allá de lo puramente económico, revelándome que detrás de este país ejemplo de desarrollo, con un modelo social que admiramos desde tan lejos, se esconde una frágil autoestima que inevitablemente me recuerda a mi querido Chile.
Finlandia es un país bastante joven; tras pertenecer a Suecia y Rusia, finalmente se independizó en 1917. Desde entonces los finlandeses se han considerado una nación pequeña y desconocida para el resto del mundo. ¿Les suena familiar este rollo?
El boom de Nokia durante los ‘90 -anteriormente dedicada a producir celulosa y papel, luego botas para soldados, neumáticos y cables- fue un perfecto empujón que no sólo ayudó a sacar al país de una tremenda crisis económica, sino que logró que por fin el mundo entero se fijara en este rincón usualmente opacado por el protagonismo de sus vecinos suecos y rusos.
Además, posicionó a Finlandia como una marca sinónimo de calidad y vanguardia tecnológica: ¿se acuerdan que todos confiábamos en nuestros Nokias por entonces? Hoy nos podrán parecer simplones y arcaicos, pero siempre aperrados.
La necesidad de los finlandeses por sentirse admirados como nación se refleja en las tantas veces que los locales me han preguntado por qué elegí venirme a vivir acá.
Al principio supuse que les llamaba la atención que alguien proveniente de un clima “cálido” decidiera radicarse en esta tierra de inviernos crudos, largos y oscuros.
Pero luego descubrí que buscaban validación, tal como cuando un artista famoso aterriza en Santiago y ahí detracito están los noteros preguntándole qué le ha parecido nuestro país.
Como chilena que padece del mismo síndrome, con el tiempo entendí que me basta responderles un par de elogios y quedan felices, inflados como pecho’e paloma.
Hoy, Finlandia vive algo parecido a un luto. Y aunque se trató de una muerte inevitable tras el auge de los iPhones, la desaparición de Nokia como fabricante de celulares significa el fin de una compañía que lo posicionó como un país top ten y que en un momento significó el 60% del mercado bursátil finlandés.
Pero pienso que la pena no les va a durar mucho y aquí es donde la comparación con Chile se me termina. Como ya sabemos, los finlandeses cuentan con otro valiosísimo capital que también los llena de orgullo y que a nosotros nos genera una muy justificada envidia: su educación.
A falta de tener importantes recursos naturales, este país vive un presente inmensamente rico en talento y creatividad y destina una cantidad importante de recursos en promoverlos. La trascendencia de Nokia fue resultado, entre otros factores, de políticas públicas que desde los ‘70 han asegurado educación de alto nivel a todos sus ciudadanos y, en consecuencia, la compañía no necesitó importar conocimiento.
Pudo recurrir a su propia gente para levantar y sostener un imperio que decayó sólo cuando fallaron -justamente- en seguir innovando y se quedaron atrás en el mercado de los smartphones.
Por ahora, habrá que esperar para ver con qué nos puede sorprender NSN (Nokia Solutions Networks, la división que seguirá existiendo) cuando se concrete la venta y tengan varios billones en los bolsillos para invertir en investigación y desarrollo.
Después de legalizar su divorcio del breve matrimonio Nokia Siemens, Nokia anunció que, Nokia Solutions and Networks es el nuevo nombre y marca de su unidad de redes y que se enfoca a la banda ancha y que su sede es Espoo, Finlandia. También confirmó la continuidad de Rajeev Suri como su CEO.
Por Paola Andrade Escribano
Paola es de Osorno, Chile.
Actualmente reside y trabaja en Finlandia.
Fuente:
http://www.biobiochile.cl/2013/12/04/el-dolor-finlandes-tras-la-perdida-de-nokia-un-curioso-paralelo-con-chile.shtml
http://www.evaluamos.com/2011/internal.php?load=detail&id=14098
http://gr.nsn.com/news-events/press-room/collateral/pictures/management-team
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