Autor: Sonia Ehlers S. Prestán
Colón, República De Panamá
El
Cusco ubicado en una latitud de 3,399 metros sobre el nivel del mar. Población
de 1,265,827 habitantes. Hablan español, Quechua
(el hablar del valle) y en algunas regiones como Puno, Aymara.
Machu Picchu, montaña vieja, fue encontrada en 1911 por
el investigador y profesor de Harvard Hiram Bingham. Durante su excursión investigativa en el
Cusco entrevistó a Melchor Arteaga que le dio algunas pistas de la montaña,
pero el que lo condujo hasta la cima fue el niño Pablo Álvarez. Las palabras de Bingham fueron: “Quien podría
creer lo que he encontrado”.
Miércoles, 7 de septiembre del
2011- En la
sala de espera del aeropuerto ya se
sentía el ambiente ante lo desconocido: alpinistas y gente con pequeños tanques
de oxígeno en caso de urgencia.
En el hotel nos dieron la bienvenida con
té de coca. Un hermoso florero de aves del paraíso adornaba el salón colonial. Descansamos tres horas.
Ya estábamos prevenidas que el cuerpo necesita por lo menos 24 horas
para producir la cantidad de glóbulos rojos que son los que llevan el oxígeno
al cerebro y que nos permitiría torear
el mal de alturas (soroche).
Fuimos 4 amigas que nos conocimos en Suiza hace más de 4 décadas. Christina, sueca residente en Canarias; María Adela, española radicada en Valencia; Norma, peruana, y yo, de Panamá. Teníamos más de 35 años de no viajar juntas cuando nos volvimos a re-encontrar.
Fuimos 4 amigas que nos conocimos en Suiza hace más de 4 décadas. Christina, sueca residente en Canarias; María Adela, española radicada en Valencia; Norma, peruana, y yo, de Panamá. Teníamos más de 35 años de no viajar juntas cuando nos volvimos a re-encontrar.
La ciudad de Cusco está construida sobre
ruinas incas. La cultura Inca data de 1200 a 1500 D.C. Son piedras muy grandes, de tono gris acero,
pulidas, al tocarlas tienen una tersura casi textil, muy bien alineadas una
sobre otra que embonan perfectamente por todos lados. Las paredes tienen una ligera inclinación
piramidal que evita se caigan en caso de temblores, las orillas son terminadas
en pequeños ángulos. No cabe ni una hoja
de papel entre piedra y piedra.
Se
entremezclan arquitecturas de la época
inca y la colonial. Callejones empedrados y estrechos, canales de unas 6
pulgadas en medio de los callejones por donde corre el agua (yaku),
escaleras (patapata) empinadas
que nos llevaron hasta el Templo de San Blas, fundado el año 1560, que queda en
un barrio de artesanos. El esfuerzo de
subir cada peldaño nos agotaba; cada paso que dábamos era como subir dos pisos
de escaleras y nos dejaba sin aire.
Afuera del templo había un desfile. Todos estaban uniformados de rojo
muy pintorescos con tambores (huancar)
y cornetas celebrando algún acontecimiento.
El templo tiene su altar de oro, su púlpito rococó fue tallado y armado
a presión sin usar clavos, por artesanos locales. En las paredes hay gigantescos lienzos con
motivos bíblicos pintados al oleo, un fresco de la Virgen, invaluable, que
lastimosamente, está sufriendo la inclemencia del tiempo.
Después nos enfilamos hacia la Plaza de
Armas (Huacaypata, que significa
lugar de llanto o de encuentro). Aquí
fue donde Francisco Pizarro proclamó la conquista del Cusco en 1533. Cada año celebran en esta plaza la Fiesta del
Sol (Inti Raymi). Antes de llegar a la plaza pasamos por el
callejón donde está la piedra de los 12 ángulos: Lo espectacular de esta piedra es que en cada
ángulo embona otra piedra que va
soportando o alineándose con otras para lograr una gran muralla hasta llegar a
la plaza. Espectacular la iluminación,
los jardines, la construcción que la circunda con sus retablos. Todo armoniza:
la limpieza, la seguridad, la amabilidad y cortesía.
Y por supuesto, los vendedores ambulantes,
vistiendo sus trajes costumbristas, mujeres, cargando críos envueltos en sus
pintorescas mantas y ponchos,
ofreciendo todo tipo de artesanía, pinturas, flautas (pinquillo) y tejidos (phitana). Se respira pobreza, mucha pobreza, pero
digna. Vi poca mendicidad. Todos ofrecen
algo para vender, baterías, goma de mascar, postales. Después de recrearnos en la plaza que nos
llenaba de paz y en la que en otra época corrió mucha sangre, admiramos la
puesta del sol (inti) y entre luz y
sombra destacaba la Catedral de Cusco como testigo de cientos de años. Al caer
la noche, se ve en lo más alto de una montaña una gran cruz iluminada en señal
de la Fe en Dios (Pachamac) de los
peruanos. Agotadas, regresamos al hotel
arrastrando el cuerpo. Había que
madrugar para salir en tren a Machu
Picchu, una de las siete maravillas del mundo, que celebraba 100 años de
encontrada. Tomamos otro té de coca y a
la cama.
Esa noche fue larga: María Adela con dolor
de cabeza, a Norma se le subió la
presión, Christina se levantó varias veces al baño y desde mi cama, debido al
insomnio que tuve por el exceso de té de coca, la veía planear con las manos
extendidas para mantener el equilibrio.
Nuestras condiciones físicas no eran
las mejores para lo que nos esperaba.
Jueves, 8 de septiembre del 2011-
Felizmente
amaneció; todas de pie y en el lobby
a las 5:00 am. Nos trasladaron a la estación de tren Poroy, que quiere decir “acamparemos
aquí por hoy”, nombre dado por Francisco Pizarro, según dicen al lugar después
de que sus hombres habían caminado todo el día y ya no daban más. Este tren nos
llevaría al sueño dorado: Machu Picchu.
El guía estoico como si fuera la esfinge de un rey Inca (Inka), pintado de bronce, nos observaba en silencio. Entre la presión, el insomnio, el dolor de
cabeza y la amiga planeadora, no hacíamos una.
El tren era cómodo; maletas estibadas, atención del personal esmerada,
vista panorámica, el techo parcialmente de vidrio. Se nos venían las montañas encima por decir
lo menos. Nos tocó de compañera de viaje
una chilena que había dejado a un par de compañeros de viaje en el Cusco ya que
no lograron continuar por el pésimo estado en que se encontraban. La señora parecía que había sufrido nuestros
cuatro malestares en uno. Poco a poco
con la conversación y el paisaje del rio Urubamba, que nos acompañó casi todo
el camino, fue mejorando su estado de ánimo.
El nuestro se mejoró al contemplar el pico nevado La Verónica.
Al serpentear el tren por la orilla del rio, aparecía y desaparecía la montaña nevada o glaciar bajo un cielo
celeste. Estábamos entre las dos
cordilleras: la de los Andes (Anti) y
la cordillera Negra. Que pequeñas e
insignificantes nos sentíamos ante esa inmensidad que nos podía aplastar al
menor movimiento de sus profundidades.
Llegamos a un punto donde el tren se detuvo y zigzagueó unas cuatro
veces para bajar y quedar paralelo al rio Urubamba. En la estación se bajaron algunos turistas
que harían el viaje a pie por el camino del Inca (Inka). Excursión que se
puede hacer en dos ó cuatro días dependiendo de lo que el turista prefiera.
La cultura Inca (Inka) (1200 – 1500 D.C) dejó
manifestaciones artísticas, arquitectura, textiles, orfebrería, cerámica, astrología y organización milenaria. Adoraban la madre tierra (Pachamama) y al sol (Inti).
El imperio Inca (Inka) se extendió por Colombia, Chile, Argentina,
Bolivia y Ecuador.
El viaje en tren fue de aproximadamente 3
horas donde nos ofrecieron un agradable snack y bebidas. Nosotras continuamos
viaje hasta Aguas Calientes.
Al llegar a la estación en Aguas Calientes, el
guía que nos esperaba colocó todo nuestro equipaje en unos lockers. Para no perder ni un minuto del valioso tiempo, subimos a
un autobús que nos llevaría a Machu
Picchu 2.225 msnm.
Aguas Calientes es una pequeña población de
aproximadamente 2.000 habitantes. Su rivera está llena de gigantescas piedras blancas como nunca habíamos visto.
Toda la naturaleza del área es grotesca parece tierra de gigantes. Las cámaras fotográficas no lograban captar
la dimensión de las peñas por más empeño que le pusimos. ¿Cómo llegaron esas piedras a ese lugar?
¿Caían por derrumbes? ¿Las había traído alguna corriente en el pasado? De aquí en adelante todo eran preguntas sin
respuesta. A nuestro entender los Incas
no habían dejado nada escrito, ni jeroglíficos.
Según la historia, habían prohibido escribir, el que lo hacía y era
descubierto, sufría la pena de muerte.
Machu Picchu quiere decir Montaña
vieja. Comenzamos a subir y subir con
precipicios a la vista de 1.000 metros o más.
Machu Picchu está construida
en un filoso risco como a 2.000 pies de altura del rio y 7.000 pies de altura del
mar. Se dice que la construyó el más
grande de todos los Incas, Pachacuti o Pachacutec que comenzó la expansión del
imperio en el siglo XV. Se piensa que después de su muerte
abandonaron Machu Picchu. Sin embargo, cuando Bingham llegó a la cima
habían dos indígenas viviendo cerca de
las ruinas: Richarte y Alvarez que aprovechaban lo que quedaba de terrazas o
balcones para cultivar.
Al principio en el Cusco, donde se estima
que se originó la dinastía Inca, se hablaba Quechua y a medida que conquistaban
el norte y sur iban imponiendo esa lengua.
Dicen que el hecho que los incas y los mayas usaran distintos
implementos para la molienda del maíz (sara) indica que sus culturas
evolucionaron muy distantes una de la otra.
Los Incas tenían mucho conocimiento de cultivo, astrología, astronomía,
construcción, textil, clima, fabricaban chicha. Como mencioné anteriormente,
los Incas veneraban el Sol (Inti), la
luna (killa) y las estrellas (chaska).
El sol siendo el más importante de todos, porque sin el sol no hay
cosecha y hay mucho frio. Tenían
mediciones por medio de mojones que salen de algunas piedras en distintas
ruinas que indican el solsticio y equinoccio de verano que adoraban y el de
invierno era temido. Se piensa que los sacerdotes sabían leer las sombras que
originaba el sol durante los 365 días al año. En el equinoccio de marzo segaban los maizales con fiesta y regocijo, en el equinoccio de
septiembre hacían una de las cuatro fiestas del solsticio; 21 o 22 de junio era fecha especial. Tenían pasión por el astro sol, y
amarraban una roca como si fuera el sol para que no se fuera. Estas piedras se encuentran en distintas
ruinas. En el Cusco está el templo del Sol Qoricancha.
Dice la historia que tenía paredes enteras cubiertas de oro. Sobre el Qoricancha
se construyó el convento de Santo Domingo.
Durante la subida, Christina y yo apenas y
mirábamos hacia el precipicio, el vértigo nos dominaba. Entre flores
exuberantes, como el ave del paraíso y la vegetación tropical, seguíamos
subiendo por el estrecho camino.
Señores,… y de pronto, al frente, se ve en lo más alto de la montaña las
ruinas de “Huayna Picchu”, montaña
nueva. Unos cuantos giros de timón a la izquierda, y otros a la derecha, en un
pestañear, aparece el gran Machu Picchu. ¡Es indescriptible! ¿Cómo se puede construir una ciudadela, de
esa calidad y magnitud, en lo más alto
del risco de una montaña que irrumpe en el cielo, rodeada de
precipicios donde tocas el cielo, donde el sol sale, quema y se pone, donde la luna (killa) alumbra, donde el cóndor vuela y
la serpiente (amaru) se desliza?
Mi primera impresión fue que era una obra
construida por una comunidad esquizofrénica.
Hay laberintos (qenko) y
cientos de escaleras (patapata) de
tres, seis, cien escalones. Al llegar comenzamos a caminar por los estrechos
pasillos adentrándonos por la ciudadela, subiendo escaleras de bloques de
granito, jardines donde sembraban vegetales y plantas de coca, bloques más
grandes que un humano de 10 o 15 toneladas.
Christina y yo, pegadas a las piedras, mirábamos con respeto hacia el
precipicio. Yo quería en ese momento ser
una lagartija y usar mis ventosas para adherirme a las ruinas.
Recorrimos toda la ciudad Inca, admiramos el cuarto sin techo de las tres ventanas donde
el sol aparece en las mañanas, la piedra serpiente (katari), las terrazas perfectamente diseñadas para los cultivos.
Los incas tenían sistema de irrigación, canales por donde el agua (yaku) corría de terraza en terraza. Sembraban papa, maíz (sara), coca. Vimos la plaza sagrada donde estaba el templo
principal. Los morteros donde procesaban el maíz para la chicha (akjga).
En la cúspide de la montaña de en frente, rodeada por el rio Urubamba, a 2.500 pies de altura del rio está Huayna Picchu, saltaban un par de llamas (kkarhua). Al terminar el recorrido, almorzamos el delicioso buffet que sirven en el restaurante del hotel que está a un costado de Machu Picchu: un delicioso ceviche mixto y papas a la huancaína acompañados con pisco sour.
En la cúspide de la montaña de en frente, rodeada por el rio Urubamba, a 2.500 pies de altura del rio está Huayna Picchu, saltaban un par de llamas (kkarhua). Al terminar el recorrido, almorzamos el delicioso buffet que sirven en el restaurante del hotel que está a un costado de Machu Picchu: un delicioso ceviche mixto y papas a la huancaína acompañados con pisco sour.
Todas bajamos llenas de la energía que da de
este lugar mágico. La sensación que yo
tenía era que después de ver Machu Picchu
ya no tenía que recorrer ni ver más nada
en el mundo.
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