En
la India hay cerca de 45 millones de viudas condenadas al ostracismo,
marginadas socialmente y sin recursos económicos. Más de la mitad son
jóvenes entre 15 y 19 años, sin ningún futuro. La mayoría son
analfabetas que no conocen sus derechos y viven de la caridad.
La
mujer india apenas tiene infancia. Trabaja duro, ayuda a limpiar la
casa, a cocinar y transportar agua. Sobre los 9 años las prometen en
matrimonio y esperan a que les baje el período para enviarlas a la casa
del marido donde habitan bajo la autoridad del suegro. Es costumbre que
el marido les pegue por cualquier motivo, en teoría pueden denunciar
pero ninguna se atreve. Es ella la que realmente mantiene la casa y se
ocupa de ganar unas rupias.
Casi
un 8% de las menores indias de entre 9 y 14 años están casadas, y la
cifra asciende al 50% en adolescentes de entre 15 y 19 años. Si el
futuro marido muere antes del encuentro, la niña se convierte en viuda y
es condenada a permanecer de luto el resto de su vida. El respeto a las
viudas no está en los códigos de los hombres. Cuando su padre muere
sacan a su madre de casa. Cuando el marido muere, los hijos y familiares
cierran la casa y la ponen en venta. Dentro, como un mueble más, queda
su viuda, a veces vieja y ciega. Los hijos, ya casados, no quieren
hacerse cargo de ella. Hay un 10% que podría vivir dignamente si sus
hijos no las abandonaran.
Ser
viuda en la India significa estar muerta en vida, y así es como muchas
de ellas se sienten. Después de la pérdida del esposo, pasan a
pertenecer a la casta de los intocables, la más baja de la escala
social. En ese mismo instante comienza su terrible condena: vestirán
siempre de blanco con una pieza de tela sin coser, llevarán la cabeza
rapada y lucirán una marca de ceniza en su frente. Les arrancarán los
ornamentos, las despojarán de todas sus posesiones y de su estatus
social, y comerán una sola vez al día. Además, serán repudiadas por su
propia familia, y sufrirán todo este castigo únicamente por haber
sobrevivido a su esposo. Aunque la ley prohibió el rito del sati, que
las obligaba a inmolarse en la pira funeraria de sus maridos, muchas
mujeres prefieren, incluso hoy, suicidarse antes que vivir como viudas y
pasar a ser intocables.
En
1829, los británicos prohibieron el Sati y la ley castiga, hasta con la
pena de muere a aquellas personas que directa o indirectamente fomenten
este rito. Pero aunque es una tradición que se consideraba
prácticamente extinguida, parece estar reviviendo discretamente y su
continuidad es una prueba más de la discriminación de las mujeres en la
India. Y de hecho, la legislación no ha impedido que se detecten casos
aislados del sati, el último de los cuáles ocurrió en Chattisgarth en
2008.
La
auto-inmolación ha sido vista como una expresión extrema ante la
pérdida de la persona amada, y se hace referencia de ella en textos como
el Mahabarata.
Se
cree que la práctica del sati, que significa “piadosa”, se remonta a
periodos del imperio Gupta, sobre el año 400. Aunque en apella época la
práctica del sati no era restrictiva a las viudas, sino que tanto
hombres como mujeres, familiares, sirvientes, amigos o amantes, podían
suicidarse en el funeral del difunto. A veces este hecho tiene su origen
en un voto de lealtad, y tiene cierta semejanza a la tradición más
tardía del seppuku en Japón.
Proviene
de la diosa Sati, la cual se inmoló al no poder soportar la humillación
de su padre hacia su marido Shiva. Hoy en día se utiliza el término
sati para describir a la mujer casta.
Este
ritual tiene raíces muchos paralelismos con otras culturas conocidas.
Los griegos pensaban que el sati era practicado para desanimar a las
mujeres a envenenar a sus maridos.
Vindravan
(en Benares) es una ciudad sagrada donde se refugian las viudas de las
castas bajas de la India. Esta ciudad está a orillas del rio Yamuna, a
unos 240 kms. de Delhi, es uno de los más importantes lugares de
peregrinación de Brah,la tierra donde nació Krishna. En sus calles se
mezclan mercados, pequeñas tiendas, templos, casas de peregrinos y
ashrams para las viudas que se mantienen de donativos. Y allí, las
viudas, abandonadas por sus familiares, malviven de la caridad. Y alli
llegan para encontrar consuelo en unos templos donde cientos de mujeres
oran al dios Krishna. A cambio de ocho horas de plegarias, reciben una
rupia.
Más
de 16.000 viudas viven alli, aisladas, respetando las costumbres a las
que las viudas están sujetas. Muchas subsisten con la poca comida y
rupias que reciben a diario por cantar. Y quienes ya no pueden cantar
recurren a pedir limosna en las calles... sobreviviendo día a día.
Muchas
mujeres no saben ni la edad que tienen, llegan a la ciudad después de
enviudar y ser rechazadas por sus familias. Estas mujeres no reciben
ayuda de sus familiares, incluso algunas que tienen hijos viven en
cuevas o en ashrams vestidas de blanco y viven de la rupia diaria y de
la limosna de los peregrinos que acuden a los templos.
La
fe hindú prohíbe que las viudas vuelvan a casarse y, aunque en las
ciudades hay familias progresistas y ricas que admiten segundos
matrimonios, en el campo, donde vive la mayor parte de la población
India, esa prohibición es ley.
En 1999, se quemó por última vez a una
mujer en la pila funeraria de su marido. Hoy ya no las queman, pero las
marginan, obligándolas a vestir de blanco, a raparse el cabello, a no
llevar ningún ornamento, ni acercarse a cualquier tipo de festejo por
miedo a que traicionen a su difunto esposo. Algunas viudas jóvenes
visten con saris de colores, para protegerse de los hombres que las
persiguen e intentan aprovecharse de ellas. Las violaciones se
encuentran a la orden del día.
Al
amanecer, cientos de viudas se encaminan hacia el templo de
Bhajanashram, el mayor de los dieciocho templos de mujeres que existen
en Vindravan. En un gran patio azul con columnas rojas y verdes,
sentadas en el suelo, recitan sus cánticos.
Esta
ciudad esta a orillas del río Yamuna, a unos 240 kilómetros de Delhi.
Es uno de los más importantes lugares de peregrinación de Braj, la
tierra donde nació Krishna. En sus calles se mezclan mercados, pequeñas
tiendas, templos, casas de peregrinos y ashrams para las viudas que se
mantienen de donativos.
El
gobierno de la India concede 1500 rupias anuales a cada viuda (1 euro
son 60 rupias), que deben cobrarse a través del banco. Sin embargo, el
95 por ciento de estas mujeres son analfabetas, muchas de ellas no
conocen sus derechos. El dinero nunca llega, y ellas mendiga, solas o en
grupo.
En
2010 la ONU declaró el 23 de junio Día Internacional de las Viudas para
que todo el mundo reconozca la situación difícil de las viudas, las
mujeres invisibles y olvidadas de la India.
Fuentes:
http://eltrolleydenieves.blogspot.com/2012/12/viudas-en-la-india-las-mujeres.html?utm_source=feedburner&utm_medium=email&utm_campaign=Feed%3A+ElTrolleyDeNieves+%28El++trolley++de++Nieves%29&utm_content=Yahoo!+Mail
www.hoymujer.com/cristina morato
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