Por Edurne Uriarte
Una enfermera engañada y ridiculizada públicamente por unos periodistas se ha suicidado tras el incidente ... y resulta que los autores del engaño y la ridiculización están ¡satisfechos! Porque no han incumplido ley alguna y porque no se podía prever ese curso de los acontecimientos.
Parece una broma, pero es así, son las declaraciones realizadas por el director de la radio australiana que engañó a una enfermera británica haciéndose pasar por la reina Isabel. Le ha contestado con una carta el director del hospital donde trabajaba la enfermera, Lord Glenarthur, indicándole que las enfermeras se sintieron humilladas y pidiéndole que algo así no vuelva a ocurrir. Lo cuenta The Guardian ("Hospital writes to royal prank radio station owners about appalling stunt") y el sentido de la carta confirma que, en efecto, el engaño periodístico provocó la muerte de la enfermera.
Pero dudo de que esta tragedia sirva para cambiar una percepción muy instalada en el periodismo , también en el serio, de que cualquier método es válido para obtener una información o una noticia.
Incluido el montaje, el engaño y la humillación de otro, pues todo
estaría justificado en aras a la consecución de un bien superior, la
noticia.
No es lo habitual que las víctimas se suiciden, ciertamente, pero sí es demasiado habitual que se recurra a métodos dudosamente éticos para obtener la información.
O que haya una enorme manga ancha en los medios de comunicación sobre
los medios para lograr el fin.
Aquello que no se tolera para los demás
espacios sociales, comenzando por la política, la falta de escrúpulos en
los medios, se tolera ampliamente en el periodismo. De ahí la
tranquilidad del director de la radio autora del engaño.
Nota: La broma de Mel Greig y Christian Michael, los dos presentadores
australianos que se hicieron pasar por la Reina Isabel y el Príncipe
Carlos para obtener el parte médico de Kate Middleton tras su embarazo,
les costó el fin de su programa.
Fuente: http://www.abc.es/blogs/edurne-uriarte/public/post/la-suicidio-de-la-enfermera-y-el-periodismo-sin-escrupulos-14589.asp
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