Por HARRY CASTRO ZACHRISSON
‘ La historia no es más que unas pocas mentiras que repiten muchos y una sarta de verdades que ocultan todos’: Juan Domingo Perón.
La Navidad de 1955 no fue la que esperaba Juan Domingo Perón cuando empezó ese año. Después de ser elegido presidente argentino en 1946 (52,84% de los votos) y en 1951 (63,40%), el 16 de septiembre fue derrocado por el golpe de Estado, conocido como la Revolución Libertadora. El general Eduardo Leonardi y el almirante Isaac Francisco Rojas daban inicio a una dictadura militar que iba pasar a manos de Pedro Eugenio Aramburu (asesinado por Montoneros en 1970) el 13 de noviembre al considerar los militares que Leonardi se estaba mostrando demasiado blando con el peronismo. Un golpe dentro del golpe. Después de pasar por Paraguay, Perón se instaló en Panamá, donde le sorprendieron las fiestas navideñas rodeado de sus fieles planificando lo que sería el futuro del general.
Intento enriquecer esta columna de hoy con detalles y hechos que rodearon la estadía de Perón en nuestro país, ese sorprendente líder obrero con énfasis populista en su gestión. Exhibir curiosidades sobre su estancia, hechos precisos y acontecimientos claros. El explícito retrato de un general derrocado condenado a el exilio, recurriendo a mis libros y entrevistas o algunos testigos de su pasado que compartieron intimidades en su estadía en Panamá. Además, pienso que resulta de interés histórico el rescate de la memoria acerca de los acontecimientos alrededor de la estancia de este caudillo.
Recupero recuerdos claros de conversaciones sostenidas con mi padre y amigos de él que lo visitaban regularmente, residía en un chalet alquilado, el No. 10095 en la mejor calle del mejor barrio de la ciudad de Colón, con pocos muebles arrendados, justo al frente de la nuestra, donde transcurrió nuestra adolescencia; alejado del ruido y las miradas públicas.
El lector no necesita que yo le presente a Perón. Recordemos que él se refugia en una cañorea paraguaya anclada en el Puerto de Buenos Aires e inicia su exilio el 19 de septiembre donde parte hacia Asunción en un hidroavión puesto a su servicio por Stroosner. De ahí va a Panamá y Venezuela en noviembre de 1955 y luego a Santo Domingo para terminar su exilio en España que comienza en enero de 1961, fijando su residencia en Madrid. Perón pasó a lo largo de 18 años por diversas etapas al exilio hasta que regresa a Buenos Aires el 17 de noviembre de 1972.
Durante el período que estuvo en Panamá, José Dominador Bazán, alcalde simpatizante de la doctrina peronista, le brindó amistad y protección, declarándolo huésped ilustre de la ciudad de Colón. Además de Bazán, integraban el círculo de amigos que lo frecuentaban en Colón, Jaime Ford y Arnoldo Parra, comerciante de origen cubano, quien logra verlo en Buenos Aires concluido el exilio y nuevamente presidente. Se alojó en el edificio Lincoln en Panamá, y en el Hotel Washington en Colón, donde ocupó una suite de dos habitaciones, descuidadas y despintadas. Allí conoció a Eleanor Freeman, agraciada joven de Chicago, con la que sostuvo un corto romance.
De sus hábitos que recuerdan sus biógrafos, leía de todo, hasta altas horas de la madrugada; sobre todo de medicina, dormía siesta, se cocinaba con delantal, planchaba su ropa y escuchaba música, de su preferencia estaba ‘La Marcha Peronista’ y Andrés Segovia; no bebía vino, solo soda y algún vaso de whisky por la circulación; era un gran deportista sobresaliendo en el boxeo, por ello solía asistir a veladas boxísticas en la Arena de Colón; iba cada tanto a paseos al balneario de María Chiquita, siempre muy bien acompañado, entre las que estuvo María Estela Martínez, ‘Isabelita’, rubia tímida y callada, a quien Perón le delegó el mando antes de morir y ocupó su tercera presidencia en la Argentina. Perón e Isabel residieron juntos en Colón.
La conoció en una fiesta privada, él tenía 61 años, ella 25; a Isabel la protegía un empresario artístico cubano, llamado Joe Herald, cuyo elenco se presentaba en The Happy Land. Isabelita se convirtió en su secretaria privada y amante. Solían cenar en el Hancoks Bar, cerca del Teatro Central y jugaban cartas en la noche. A su disposición contó con un cadillac negro.
La conoció en una fiesta privada, él tenía 61 años, ella 25; a Isabel la protegía un empresario artístico cubano, llamado Joe Herald, cuyo elenco se presentaba en The Happy Land. Isabelita se convirtió en su secretaria privada y amante. Solían cenar en el Hancoks Bar, cerca del Teatro Central y jugaban cartas en la noche. A su disposición contó con un cadillac negro.
Pasó penurias económicas, pues, el dinero que debía traerle el mayor Ignacio Cialcetta demoró en arrivar. En su entorno íntimo que lo acompañó en su exilio se mencionan a Isaac Gilaberte, su mayordomo leal; Flora su cocinera; el Dr. Pascali, embajador peronista en Panamá; Vittorio Radeccia, agente de los Servicios Argentinos; Rodolfo Martínez ‘Martinchio’, organizador en Venezuela de un Comando de Exiliados Peronistas y su secretario privado de relaciones públicas de origen peruano, Heliodoro Ventocilla, radicado en San Francisco de la Caleta cerca al actual Club Español.
Con motivo de la reunión de presidentes de la OEA en Panamá en 1956, el presidente argentino de facto, Aramburu, amenazó con no concurrir si Perón continuaba en territorio panameño. El presidente Dicky Arias cedió a las presiones y, por conducto del canciller Alberto Boyd, designa a un pariente cercano que lo persuade para que se ausente unos días a Costa Rica, bajo la garantía de retornar al país, concluida la cumbre. Días después Perón retornó a Panamá y esta vez fija residencia en esta ciudad.
Desde Colón, Panamá, manejó los hilos de la política, grabando discursos que entregaba a mensajeros que viajaban a Argentina, planificando retornar a su país y conducir personalmente su retorno al poder. Se comprobaron sus intenciones cuando exclamaba: ‘¡Che, yo regreso de presidente a la Argentina!’. Lo cumplió, arribó a su país en medio de una accidentada recepción protagonizada por las dos alas de su movimiento. Asumió la tercera presidencia, delegando el mando a Isabel y dos días después muere a los 78 años.
Desde Colón, Panamá, manejó los hilos de la política, grabando discursos que entregaba a mensajeros que viajaban a Argentina, planificando retornar a su país y conducir personalmente su retorno al poder. Se comprobaron sus intenciones cuando exclamaba: ‘¡Che, yo regreso de presidente a la Argentina!’. Lo cumplió, arribó a su país en medio de una accidentada recepción protagonizada por las dos alas de su movimiento. Asumió la tercera presidencia, delegando el mando a Isabel y dos días después muere a los 78 años.
ABOGADO.
Fuente:
http://www.laestrella.com.pa/online/impreso/2012/11/25/el-exilio-de-peron.asp
http://www.marca.com/reportajes/2011/12/el_poder_del_balon/2012/11/30/seccion_01/1354230856.html
Un aporte: Cuando se reúne la OEA en Panamá, Perón atendiendo la solicitud del gobierno panameño, viaja a Nicaragua (no a Costa Rica) por invitación de Anastacio Somoza, aunque se cruzaron en el camino ya que Somoza asistió a la reunión de la OEA.
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