sábado, 17 de noviembre de 2012

Oda al Caldillo de Congrio, de Pablo Neruda

En el mar tormentoso de Chile
vive el rosado congrio, 
gigante anguila de nevada carne, 
y en las ollas chilenas, en la costa,
nació el caldillo grávido y suculento, provechoso.

Lleven a la cocina el congrio desollado,
su piel manchada cede como un guante
y al descubierto queda entonces el racimo del mar,
el congrio tierno reluce ya desnudo,
preparado para nuestro apetito.


Ahora recoges ajos,
acaricia primero ese marfil precioso,
huele su fragancia iracunda,
entonces deja el ajo picado caer con la cebolla y el tomate 
hasta que la cebolla tenga color de oro.

Mientras tanto se cuecen con el vapor
los regios camarones marinos
y cuando ya llegaron a su punto,
cuando cuajó el sabor en una salsa formada por el jugo del océano
y por el agua clara que desprendió la luz de la cebolla,
entonces que entre el congrio y se sumerja en gloria,
que en la olla se aceite,  se contraiga y se impregne.
Ya sólo es necesario dejar en el manjar
caer la crema como una rosa espesa,
y al fuego lentamente entregar el tesoro
hasta que en el caldillo se calienten las esencias de Chile,
y a la mesa lleguen recién casados los sabores
del mar y de la tierra para que en ese plato tú conozcas el cielo.


Fuente: http://www.neruda.uchile.cl/obra/obraodaselementales2.html

1 comentario:

  1. Se me hace agua la boca de sentir ese jugoso caldo en mi boca, y en mis pensamientos con Neruda en el corazón

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